Ir de lo Emotivo-Reactivo a lo

Emotivo-Pro-activo / Compasivo

Categoría: Neurociencias

“The greatest weapon in our fight for equality is compassion for one another.”

Doug White

Eventos como el confinamiento obligatorio pueden ser considerados factores de estrés. Contrario a lo que comúnmente se piensa, el estrés no es siempre negativo. Por esta razón se ha creado una distinción entre el estrés negativo o distrés y el estrés positivo o eustrés. En ambos casos, los eventos que desencadenan respuestas de estrés, son percibidas como exigencias que ponen a prueba los recursos cognitivos, emocionales y comportamentales para hacerles frente. Aquí nos enfocaremos en las respuestas y los recursos emocionales. 

El eustrés surge cuando se presenta un desafío o un reto que la persona considera que es posible solucionar, activando el sistema de recompensas. Este sistema comienza con la liberación de dopamina y finaliza con la liberación de serotonina que incrementa la sensación de bienestar, de felicidad, de placer, de calma y de satisfacción.     

Cuando el evento se percibe como una amenaza que sobrepasa los recursos para hacerle frente, aparece el distrés. En el distrés activa el eje Hipotalámico-Pituitario-Adrenal, que aumenta la liberación de cortisol; se da una disminución en la liberación de la serotonina, lo que conduce a la aparición de emociones displacenteras como la ansiedad, el miedo y la tristeza. En situaciones de distrés pueden incrementarse las respuestas agresivas, verse afectado el sistema inmunológico, y se dificulta la toma de decisiones.

El actual confinamiento obligatorio que para muchos ha sido percibido como una situación que causa estrés negativo, puede ser trasformada en una oportunidad para crear acontecimientos que sean percibidos como un reto positivo.

Algunos autores hacen una diferenciación entre dos formas de respuesta empática al sufrimiento, que bien puede ser cognitiva, afectiva o tener ambos componentes. Por un lado, la angustia empática o angustia personal, causante de una situación de distrés, que, si bien les permite a las personas resonar con los estados emocionales y comprender dichos estados, genera una respuesta aversiva acompañada del deseo de retirarse de una situación para protegerse de los sentimientos negativos excesivos. Por otro lado, la compasión o preocupación empática, relacionada más con el eustrés, se asocia a un sentimiento de preocupación por el sufrimiento de otra persona, pero acompañada de la motivación para ayudar o de una motivación prosocial.

En la actualizada se reconoce el papel potencial de la compasión para generar situaciones de bienestar psicológico y de mejorar la salud mental. La compasión puede ser definida como un conjunto de experiencias cognitivas, afectivas y conductuales, que tienen como función aliviar el sufrimiento propio y de otras personas, a partir del reconocimiento, comprensión, resonancia emocional y preocupación empática por las preocupaciones, angustia, dolor y sufrimiento de los demás. Da lugar a comportamientos y emociones prosociales como el altruismo, la bondad, la solidaridad, el optimismo y la empatía. Tiene además el potencial para actuar como agente capaz de disminuir los juicios y la crítica hacia uno mismo y hacia los demás.

 La práctica de la compasión parece ser útil como factor de protección para los profesionales de la salud y otros trabajadores en riesgo de desarrollar agotamiento, debido a que reduce el estrés percibido como negativo (Heffernan et al., 2010; Boellinghausm et al., 2014; Raab, 2014); también actúa como factor para generar y fortalecer los lazos sociales; y adicionalmente tiene un efecto sobre la salud física, la salud mental, el bienestar psicológico y la calidad de vida.

Los estudios recientes señalan que un alto nivel de compasión y autocompasión enfrentan con mejores recursos los eventos negativos, tratan con más amabilidad a los demás y a sí mismos, usan más la reestructuración cognitiva positiva, son menos evasivos frente al sufrimiento propio y de otros, buscan formas más adaptativas para relacionarse consigo misma y con otros en tiempos de angustia y crisis. Las personas compasivas son más generosas, se conectan de mejor forma consigo mismas y con los demás; asumen los contratiempos como una parte más de la experiencia humana; son conscientes de que los problemas deben resolverse; son más tolerantes, y regulan de mejor manera las emociones con valencia negativa; y promueve la práctica de comportamientos de salud.

La compasión activa redes neuronales o bien a través de acciones directas o de la observación de actos de compasión. De aquí que sea tan importante dar a conocer a otros los actos compasivos que realizan distintas personas. La experiencia de hacer o de observar actos de compasión motivan el altruismo para ayudar, que dan como resultado la activación de áreas en el cerebro asociadas con afiliación y la recompensa, que conduce a que se quiera repetir la experiencia.

La práctica de la compasión es clave para el mantenimiento de la salud mental y física, es crucial para las interacciones sociales exitosas, y debe ser una base de práctica ética en la atención médica, psicológica y en general de todos los campos en salud; especialmente cuando se enfrentan a eventos críticos, angustiosos y de incertidumbre en la vida.

N

En muchas personas la compasión es una disposición, es decir un rasgo de personalidad, pero la compasión también es una habilidad que se puede enseñar a través educación, de entrenamiento y de capacitación, haciendo uso de estrategias como el Mindfulnes compasivo; entrenamiento de bondad amorosa; entrenamiento en reconocimiento de emociones en las expresiones faciales o corporales; entrenamiento en regulación emocional entre otros. De manera general, estas prácticas tienen como objetivo cultivar sentimientos de benevolencia hacia uno mismo, hacia personas cercanas y hacia desconocidos, lo cual genera un beneficio sobre la percepción de sentimientos autoinformados de afecto positivo, los recursos personales y el bienestar psicológico.

Fuentes:

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ENGLSIH VERSION

Going from Emotional-Reactive to Emotional-proactive/Compassionate

By. Carolina Gutiérrez de Piñeres B.
Rafael Valle Oñate

“The greatest weapon in our fight for equality is compassion for one another.”

Doug White

Events such as mandatory confinement may be considered stress factors. Contrary to common belief, stress is not always negative. For this reason a distinction has been made between negative or distress and positive or eustress. In both cases, the events that trigger stress responses are perceived as demands that test cognitive, emotional and behavioural resources to cope. Here we will focus on emotional responses and resources. 

Eustrus arises when a person is presented with a challenge that he or she believes can be solved, activating the reward system. This system starts with the release of dopamine and ends with the release of serotonin which increases the feeling of well-being, happiness, pleasure, calm and satisfaction.     

When the event is perceived as a threat that exceeds the resources to cope with it, distress appears. In distress the Hypothalamic-Pituitary-adrenal axis is activated, which increases the release of cortisol; there is a decrease in the release of serotonin, which leads to the appearance of unpleasant emotions such as anxiety, fear and sadness. In situations of distress, aggressive responses may increase, the immune system may be affected, and decision making may be difficult.

The current mandatory confinement, which for many has been perceived as a situation that causes negative stress, can be transformed into an opportunity to create events that are perceived as a positive challenge.

Some authors make a differentiation between two forms of empathic response to suffering, which may well be cognitive, affective or have both components. On the one hand, empathic distress or personal anguish, which causes a situation of distress, that, although it allows people to resonate with the emotional states and to understand such states, generates an aversive response accompanied by the desire to withdraw from a situation to protect oneself from excessive negative feelings. On the other hand, empathic compassion or concern, more related to the eustress, is associated with a feeling of concern for the suffering of another person, but accompanied by the motivation to help or a prosocial motivation.

The potential role of compassion in generating situations of psychological well-being and improving mental health is now recognized. Compassion can be defined as a set of cognitive, affective and behavioral experiences, whose function is to alleviate one’s own suffering and that of others, based on recognition, understanding, emotional resonance and empathic concern for the concerns, anguish, pain and suffering of others. It gives rise to prosocial behaviour and emotions such as altruism, kindness, solidarity, optimism and empathy. It also has the potential to act as an agent capable of diminishing judgment and criticism of oneself and others.

The practice of compassion appears to be useful as a protective factor for health professionals and other workers at risk of developing burnout, because it reduces stress that is perceived as negative (Heffernan et al., 2010; Boellinghausm et al., 2014; Raab, 2014); it also acts as a factor in generating and strengthening social bonds; and additionally it has an effect on physical health, mental health, psychological well-being and quality of life.

Recent studies indicate that a high level of compassion and self-pity cope better with negative events, treat others and themselves with more kindness, use positive cognitive restructuring more, are less evasive in the face of suffering for themselves and others, and seek more adaptive ways to relate to themselves and others in times of distress and crisis. Compassionate people are more generous, connect better with themselves and with others; assume setbacks as a part of the human experience; are aware that problems must be solved; are more tolerant, and better regulate emotions with negative valence; and promote the practice of health behaviors.

Compassion activates neural networks either through direct actions or through observation of acts of compassion. This is why it is so important to make others aware of compassionate acts performed by different people. The experience of doing or observing acts of compassion motivates altruism to help, resulting in the activation of areas in the brain associated with affiliation and reward, leading to a desire to repeat the experience.

The practice of compassion is key to maintaining mental and physical health, is crucial to successful social interactions, and should be a foundation of ethical practice in medical, psychological, and general care in all fields of health; especially when faced with critical, distressing, and uncertain life events.

N

In many people, compassion is a disposition, that is, a personality trait, but compassion is also a skill that can be taught through education, training and coaching, making use of strategies such as the compassionate Mindfulnes; loving kindness training; training in recognition of emotions in facial or body expressions; training in emotional regulation, among others. In general, these practices aim to cultivate feelings of benevolence towards oneself, towards people close to us and towards strangers, which generates a benefit on the perception of self-informed feelings of positive affection, personal resources and psychological well-being.

Publicado el 9 de abril de 2020